por la gracia hermética
del violento silencio
salvador de almas.
Vengo sucia de palabras
de verdad excesiva
de confesiones
a destiempo.
Y sólo el silencio
puede salvarme.
De estúpida parlanchina
a muda beatificada,
las letras de mi labio
caen al suelo
y son agua caliente
que se evapora
sin catar asfalto.
Santa y mártir,
boca cosida.
Daría la vida
por pronunciar una palabra,
solo una
y corrupta
palabra.
Yolanda E.
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