YoLinda Joyita

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Si me tocas el culito, verás las lindas joyas de Yo Joyita.Slim Manufactured Jewelry.

lunes, 13 de abril de 2015

Diarios III. A qué saben los lunes

Un día más un día menos

A mí Isabel Coixet me parece que se hunta demasiado, los lunes saben ricos con este sol. Y huelen pues depende mucho de lo que tú andes, de si te lavas o se lavan los demás, las licencias poéticas de la Isa son de un cursi que no entiendo yo la gafapasta, mejor le iría un monóculo.


Por suerte cada una sufre lo que desea y entrada la medianoche yo me devoré el libro de Miriam y no lo he subrayado mucho porque en la segunda lectura puede que baje de la nube y lea con otra claridad, anoche estaba maravillada con sus juegos de palabras, es una virtuosa y no da la brasa con imágenes sobadas, sigue siendo una suerte que se mantenga en tan buena forma después de haber debutado con Espejo Negro, que es brutal y redondo, y haber seguido una trayectoria personal, digna y admirable. Haz lo que te digo demuestra la audacia de Miriam, que una vez más me engulle.


Me quedaría en el sofá leyendo toda la mañana, o mejor, me iría a leer al puerto.
Pero me tocan recaditos y me cojo la torrota por la carretera, porque el centro de Irún es el horror de los horrores y a pesar de que las aceras son enormes, de dónde sale toda ésta gente? Cuántos viejos tirados al sol en los bancos con sus cuidadoras, y estos chavales, no van al cole?


Tras los trámites un café, si, con hielos, con hielos! 
Una maravilla, oye, a la sombra (hoy me mareaba al sol) en la terracita de L'Atelier y tengo que idear una gargantilla, collar, adorno para el cuello. Tengo un montón de información de esa persona para que le diseñe esa pieza. Pero estoy perdida. Nada de lo que he dibujado hoy me gusta, no para ella, pero...si no la conozco. Da igual, nada me convence.


En realidad lo que me gusta es dibujar, me pasaría horas, si dispusiera, dibujando. Cuando dibujo estoy callada. Y disfruto mucho, aunque hoy no sé yo... No estaba muy acertada.
Pero así es como me siento sola en las terrazas, con un cuaderno o un libro. Y no echo de menos conversaciones, la verdad. De vez en cuando levanto la vista, y todo se me desenfoca porque pego los ojos al dibujo y me los olvido ahí.


Se acabó el ocio, hay que volver. Coge la bici y pedalea.


Era el cumpleaños de mi padre. Ahí estamos los dos en la playa de Ajo, Juanito parece un gitano con las cadenas de oro y el color aceituno que se coge con la brisa del Cabo. Espero que se recupere pronto y que volvamos a Cantabria todos juntos en breve.
Yo le he regalado una foto mía enmarcada, y me ha mirado flipado y se ha empezado a reír. Le he dicho que no tiene ninguna foto mía actual y que ya me ve todos los días. 
La verdad. Ha sido un regalo para salir del paso, por no ir con las manos vacías. Yo lo que quiero hacerle es un sello cuadrado con un granate precioso como los que llevaban los sicilianos en The Goodfellas.


Y vuelvo a la joyería, por el medio que más odio para ello, el watzup. Peeeero...algunas personas lo ven de lo más útil. A mí me enerva. Así que ráfaga de fotos y texto texto más texto explicativo. No sé si se lo leen, porque me pongo tonta y técnica y al final más o menos aturdo y acabo guiándoles hacia lo que yo considero óptimo. Y hoy he considerado apropiados los anillos irregulares, con formas geométricas como el primer anillo que hice en mi vida, éste de aquí abajo, que es de plata y me recuerda no sé, a una lanza, una punta ancestral, me encanta, le di un montón de vueltas. Primero hice un modelo en cera, y yo, con la cera, modelando... Pues mejor que no fuese nada que se pareciera a algo identificable, lo de los volúmenes... Sería una escultora patética.



Y ya. Ha muerto Eduardo Galeano, y también Gunter Grass.
No me lo he tomado mal, desde luego, yo si fuera Eduardo moriría bien agusto, con los deberes más que hechos, satisfecha. Y a Gunter Grass no lo he seguido tanto, leí un librito divino, El Balneario, y no puedo contar más que fue una experiencia amable y envolvente.
Galeano, ha sido revelador, ha encendido luces que todavía brillan dentro. Un compañero que suma.



Y sí, yo sin morirme, me moría.
No por la memoria, la melancolía, la leyenda. Moría porque odio recoger mis montañas de ropa y hacer lavadoras y fregar platos, suelo o lo que sea. Y el caos me ha puesto en la cuerda floja, mi parte más cuadriculada me ha obligado a limpiar y recoger la casa, y el espíritu se me empobrece en esas labores. 
Que sí, que luego todo queda muy bien, vale.
Pero no me gustan las tareas del hogar.








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