Ayer hicimos una revisión a artistas contemporáneas y Pilar Solans nos permitió elegir a la que quisiéramos y hacer un texto inspirado en su obra.
Sé que las cosas no han de ser bellas necesariamente para satisfacerme, pero caí en el embrujo de Carrie Mae Weems. Sus fotografías de The Kitchen Series aportan no sólo a la mujer su dignidad debida, resultan sugerentes y misteriosas, pertenecen al mundo de nuestros deseos y esa sensualidad que emana de lo cotidiano.
Soy muy sensible a la belleza y esas fotos no dejan de desdoblarse en blanco y negro como un imaginario personal hecho documento.
The Kitchen Table Series
En la cocina siempre hicimos de todo, me depilaba las cejas con mi madre porque la luz era óptima, como el calor y la intimidad de los objetos.
Allí, en el reino de misticismo femenino mi madre fuma pensativa mientras mi padre lee con verdadero interés su periódico y el humo asciende lento como las ganas.
Mama aparenta hastío, tuvo en algún momento energías de salir y luchar; cogia los libros con avidez y bajo la luz cenital de una lámpara su piel, tan negra como la mía, brilla en el esfuerzo, pero de brillos mamá sabe mucho... Cuando se engalana el ébano en telas tornasoladas y pasa la noche entera jugando al solitario y llenando ceniceros de colillas.
Le gusta el vino blanco como luego me gustará a mi, nos acompañará siempre en mayor o menor medida depende de la pena o alegría.
Ella se empeñó mucho en que yo fuera lista. Como ella no, un poco más y mejor instruida, por mí misma y sin patrón.
Me enseña a ser coqueta, a verme bonita y ser presumida, no es presuntuoso, me dice, me tengo que gustar mucho a mí misma, tanto, que más que al resto.
Ella es buena con las palabras, las guardo en mis cuadernos, por su boca salen perlas preciadas, no puras, sino barrocas y oscuras, escupidas.
Es una bruja de la sensualidad y el reposo, la perdición de muchos hombres.
Mi padre la mira y la admira, también la teme y muchas veces es consolado como yo. La ama y en ocasiones la ignora. Aunque ella en apariencia nunca lo acusa, yo a veces la he visto cansada, sentada con la cabeza entre las manos y llorando sola en la cocina.
Donde también suelen llorar las princesas blancas.





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