la chimenea férvida
sólo una ventana
y la puerta roja
para huir.
Entre las piedras el frío
el pie partido
un coche que no arranca
en la madrugada que no llega.
La luna atenta
arrastrar sordo de maletas
pavimento y brea
en la cicatriz del bosque.
Hacia abajo la magia
helada por el invierno
sin hogar ni fuego fatuo
artificio lenitivo
de un letargo
que no cesara.
Cuándo una estación
estuvo tan lejos
e imposible.



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