En la memoria de mis manos
quedan aún dos briznas
de tu delicada
y venenosa epidermis
de Peter Pan reencarnado
en efebo fraudulento.
De dónde salen tus palabras
De cuál de todos tus idiomas
No me quedan más orificios
por tapar.
La boca
mi boca mi jugosa boca
esa que ríe,
la de los morritos
la que juega sobre tu glande.
Mi boca tiene memoria
y tiene asco a veces.
Otras es roja sangre
porque acabo de morder
donde no debiera
y se hincha de placer.
Del bueno
Del prohibido.
Del que luego
ataca al despertar
y me hace puro deseo
desperdiciado.
Muslos caderas pechos y pelo
en las sábanas
con déficit de atención.
Una mañana
Y la siguiente.
Hasta que llega la noche
de los vasos caleidoscópicos,
proyectan mechones
brillos de saliva
eye-liner pestaña infinita.
Pequeña mujer de rojo
reproducida por mí misma
para tí,
Mamón,
que es para todos.
Y de nadie.
Ni mía.
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