I.
Voy a hacer ese bonito ejercicio
de suponer firmemente
tus rondas cefálicas.
Creo que no me quieres,
te lo noto en la mirada.
Es una fórmula bruja
de adivinar muy bien los pensamientos.
Me atrevo
a llamarme capricho
honoríficamente
a modo de centollo
o percebe,
algo que chupar rico
salado y marítimo.
Por otro lado
también he notado
que te cuesta ser o estar
que estás herido
y no es nada personal,
que se puede dar de sí
desde aquí hasta allí.
Allá,
queda lejos.
II.
Me conoce todo el barrio.
Yo no duermo,
ya lo saben,
mirando tu ventana
mientras me comen las hormigas
por los pies.
Cuando ya esté amortecida
aún puedo esperar más
comprende que estoy enferma
y te espero.
Sólo quiero verte
hablar contigo
que es la muerte.
Yo te espero.
III.
Esta elegía
me lleva a la extinción
del poema.
Desaparecer
dar lugar a otra rama
que arraigue lo bastante
para sostener
esta tierra consumida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario